Por Perla Arroyo
La muerte es democrática, ya que, a fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera
José Guadalupe Posada..
“Vivo en un tiempo que mira hacia los conocimientos universales de la cultura y de la existencia; hacia la dualidad entre la vida y la muerte. Y es aquí donde mi trabajo empieza para buscar materializar y perpetuar la tradición mexicana a través de mi propia visión.”
Para la artista la calavera mexicana es la representación más viva y emblemática de la muerte en la actualidad, su importancia, belleza y significado rebasa los límites geográficos en donde se ha gestado y en nuestros días forma parte de una cultura global que es capaz de percibir a la muerte no como un final trágico de la vida sino como una extensión alegre de la misma llena de fiesta y algarabía.
Arroyo es la artista y creadora del proyecto Calavera Mexicana. Hija de arquitecto y descendiente de familia de ebanistas, su infancia estuvo rodeada de proyectos de diseño arquitectónico, estructuras, ingeniería y arte, lo que la llevó a desarrollar habilidades técnicas que complementó con su sensibilidad y pasión por la estética, la cultura y el arte.
Los materiales, como el bronce, junto con las técnicas ancestrales e incrustaciones de piedras, tejidos o conchas meticulosamente aplicadas construyen la estética final de la pieza. Estos recursos se combinan previamente con herramientas digitales de impresión y modelado 3D que enriquecen, recrean, reformulan los métodos tradicionales de la escultura, la iconografía prehispánica de Mictecacihuatl o de la Coatlicue, del arte popular, producto del sincretismo de dos culturas después de la conquista, y del arte mexicano moderno y actual de José Guadalupe Posada, Pedro Coronel, Diego Rivera, Frida Kahlo o Ángela Gurría.
La unión entre lo popular con la figura del cráneo realista posibilita llevar la cultura mexicana hacia otras latitudes, con su sentido propio de la muerte viva, pues esta osamenta, tan parecida a una calavera humana, es un símbolo del fin de la existencia reconocido en gran parte del mundo. Recuperarlo, sin embargo, no implica reproducir ese mismo valor, tampoco el de prolongar sólo lo festivo del día de muertos en su expresión más comercial, vista en producciones cinematográficas o en desfiles con carros alegóricos. En cambio, sí conlleva la resignificación hacia un discurso que retoma elementos en común: vida-muerte como fuerza reguladora y de equilibrio entre pensamientos, formas de vivir, sensaciones donde todo se transforma.
Al incluir motivos del arte precolombino, novohispano, contemporáneo, rompe las fronteras de lo que se concibe como término, conclusión o desenlace y se rehace en un ciclo creador. La obra Calavera Mexicana es relevante, también, porque cuenta la otra parte de la historia aún ignorada, la de lo femenino como fuerza y no debilidad. Esto se complementa de diversos significados, como las mariposas, alma de los guerreros al dar su vida; el colibrí, símbolo de la resurrección; los alcatraces, representación de la fertilidad; la flor de cempasúchil; el sol y la luna; el día y la noche; la tierra, el agua; el fuego y el viento. Elementos en constante equilibrio, cuya importancia, además, es la de valorar la naturaleza y el medio ambiente en su relación con el ser humano.
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